La familia es importante para el desarrollo del individuo como para la sociedad a la cual pertenece. La participación activa y comprometida de los padres con los procesos educativos de sus hijos busca impactar positivamente al desarrollo y fortalecimiento de las relaciones, al desarrollo integral del niño y a la comunidad. La familia, es la base para que todo ser humano, se pueda integrar de manera correcta a la sociedad. La sociedad le ha encargado a la escuela la tarea de apoyar a la familia. La educación es muy importante para dejarla solamente en mano de los maestros, por los que los padres deben de ser puntos clave para la complementar la educación de sus hijos.
En el proceso de formar ciudadanos virtuosos, la familia desempeña una función primordial. La familia es un invaluable agente educador, formador de valores ciudadanos y generador de propuestas de acción cívica. En la trama familiar cotidiana, más que en ningún otro ámbito social, se forja el espíritu del comportamiento humano. En el seno de las enseñanzas hogareñas se interconecta la influencia de tradiciones, valores, creencias, actitudes y principios que dejan huella indeleble en generaciones y pueblos.
La familia es el núcleo social natural donde se moldea la conciencia individual del ser humano. En este proceso es mucho más impactante la influencia del ejemplo que de la palabra. Cada grupo familiar imprime en sus hijos la huella que, según el criterio de los padres, juzgue más convenientes. No hay recetas a seguir en este delicado proceso de formación. Cada gesto, cada acto, cada palabra se traduce en un modelo que será adoptado por los hijos. De allí deriva la delicadeza del compromiso y la tarea de ser padres. En la práctica, este proceso es desvirtuado por la influencia de diversos factores.
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