La técnica deportiva se corresponde con la ejecución de actividades y su característica fundamental es que permite la interacción eficaz del deportista con el medio en el que se desarrolla la actividad deportiva y con los objetos propios de la misma. Todos los deportista actúan técnicamente y siempre actúan técnicamente, con independencia de la distancia que exista entre la ejecución del deportista y el modelo teórico o ideal de la actividad.
Durante la preparación técnica el atleta aprende los patrones motores de las actividades que debe realizar y los consolida para aplicarlos en las competencias. También se adapta a los mayores niveles de sus capacidades físicas producto de la preparación física, ya que siempre que hay un aumento de la forma deportiva tienden a aparecer pequeños fallos técnicos que antes no existían y que el entrenador debe identificar y corregir.
Los patrones motores pueden ser simples o complejos. Los simples se encuentran «grabados» en el sistema nervioso central del atleta, mientras que los complejos deben incorporarse mediante el aprendizaje técnico. El entrenamiento le permite al deportista convertir progresivamente los movimientos más complejos en semiautomáticos mediante la formación de nuevos patrones motores. De esta forma puede dedicar su atención a movimientos y situaciones todavía más complejos.
El entrenamiento requiere que el deportista sea consciente de sus movimientos y que luego se aproxime progresivamente a la velocidad de ejecución requerida durante las competiciones. La mejor forma de lograrlo depende de las características que determinan el rendimiento en la disciplina del atleta y estas en general permiten clasificar los deportes en dos modalidades: abiertas y cerradas.
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